Ayer bien temprano, me encontré con la terrible noticia de que mataron a Saddam Hussein.
La noticia me cayó muy mal. Me dejó una sensación como de impotencia, de injusticia, de hecho vergonzozo que hemos dejado cometer.
Como humanista estoy en contra de la pena de muerte. Me parece aberrante, inutil, degradatoria para el ser humano, y por sobre todas las cosas, irreversible.
Y en el caso de Saddam Hussein en particular, su muerte fue una escena más de hipocresía internacional.
Mientras en Irak siguen muriendo cientos de personas diariamente -casi un millón desde que entraron las tropas, según fuentes y cálculos estimativos no oficiales (y por lo tanto mas creibles)- el mundo sigue mirando para otro lado, abúlicamente y sin reaccionar.
Esta matanza deja pequeña incluso a las atrocidades cometidas por el ex-dictador.
El juicio (totalmente irregular) por el que se lo condenó a muerte, estuvo finamente planificado: es ridículo que Saddam Hussein sea condenado por la matanza de 125 civiles en una aldea, cuando gaseó con gases químicos a la población kurda del norte de Irak, matando a decenas de miles de kurdos.
Pero esa ridiculez tiene su razón de ser: en el caso de que se hiciese el juicio por el gaseo a los kurdos, en el proceso de investigación dejaría al desnudo y documentado quién proveyó las armas químicas que allí se usaron: ¿Adivinan quién? ¡Exacto!, los Estados Unidos.
Entonces el curso de acción parece haber sido: "maten de cualquier manera y con cualquier excusa a Hussein y que no se llegue al juicio de los kurdos".
La segunda gran hipocresía en el asunto, es que Saddam Hussein no estaba en poder del gobierno irakí: estaba prisionero de guerra de las tropas norteamericanas.
Estas tropas lo pusieron luego a disposición del gobierno irakí luego de que la sentencia había sido confirmada. Esto es, lo entregaron para ser ajusticiado.
Esto choca frontalmente con la actitud de Estados Unidos con Posada Carriles. Posada Carriles es un ejemplo paradigmático de la doble cara del imperio: mientras sale por el mundo a declamar que lucha contra el terrorismo, mantiene protegido en su territorio a este terrorista cubano, responsable de la puesta de una bomba en un jet comercial cubano en el cual murieron todos los pasajeros (civiles) sobre Venezuela, hace unas décadas atrás.
El asunto es que por una falta menor (falta de papeles migratorios) este terrorista quedó temporalmente preso en USA, hecho que fué inmediatamente aprovechado por la justicia venezolana para pedir su extradición a fin de juzgarlo por los crímenes cometidos en su territorio. La respuesta fue asombrosa: el prisionero no sería entregado porque "no estaban garantizadas sus derechos y su vida podía correr peligro".
Y por el otro lado entregaron a Saddam Hussein a su muerte. ¿Habráse visto tamaña falsedad?
Por todo esto, y bastante mas, sentí esta muerte medíatica, casi de circo, como una tremenda injusticia.
Diego
DiegoHumanista@gmail.com
Aclaración: como no existe la objetividad, les expongo algunas de mis ideas y creencias las cuales motivaron e impregnan este artículo:
La noticia me cayó muy mal. Me dejó una sensación como de impotencia, de injusticia, de hecho vergonzozo que hemos dejado cometer.
Como humanista estoy en contra de la pena de muerte. Me parece aberrante, inutil, degradatoria para el ser humano, y por sobre todas las cosas, irreversible.
Y en el caso de Saddam Hussein en particular, su muerte fue una escena más de hipocresía internacional.
Mientras en Irak siguen muriendo cientos de personas diariamente -casi un millón desde que entraron las tropas, según fuentes y cálculos estimativos no oficiales (y por lo tanto mas creibles)- el mundo sigue mirando para otro lado, abúlicamente y sin reaccionar.
Esta matanza deja pequeña incluso a las atrocidades cometidas por el ex-dictador.
El juicio (totalmente irregular) por el que se lo condenó a muerte, estuvo finamente planificado: es ridículo que Saddam Hussein sea condenado por la matanza de 125 civiles en una aldea, cuando gaseó con gases químicos a la población kurda del norte de Irak, matando a decenas de miles de kurdos.
Pero esa ridiculez tiene su razón de ser: en el caso de que se hiciese el juicio por el gaseo a los kurdos, en el proceso de investigación dejaría al desnudo y documentado quién proveyó las armas químicas que allí se usaron: ¿Adivinan quién? ¡Exacto!, los Estados Unidos.
Entonces el curso de acción parece haber sido: "maten de cualquier manera y con cualquier excusa a Hussein y que no se llegue al juicio de los kurdos".
La segunda gran hipocresía en el asunto, es que Saddam Hussein no estaba en poder del gobierno irakí: estaba prisionero de guerra de las tropas norteamericanas.
Estas tropas lo pusieron luego a disposición del gobierno irakí luego de que la sentencia había sido confirmada. Esto es, lo entregaron para ser ajusticiado.
Esto choca frontalmente con la actitud de Estados Unidos con Posada Carriles. Posada Carriles es un ejemplo paradigmático de la doble cara del imperio: mientras sale por el mundo a declamar que lucha contra el terrorismo, mantiene protegido en su territorio a este terrorista cubano, responsable de la puesta de una bomba en un jet comercial cubano en el cual murieron todos los pasajeros (civiles) sobre Venezuela, hace unas décadas atrás.
El asunto es que por una falta menor (falta de papeles migratorios) este terrorista quedó temporalmente preso en USA, hecho que fué inmediatamente aprovechado por la justicia venezolana para pedir su extradición a fin de juzgarlo por los crímenes cometidos en su territorio. La respuesta fue asombrosa: el prisionero no sería entregado porque "no estaban garantizadas sus derechos y su vida podía correr peligro".
Y por el otro lado entregaron a Saddam Hussein a su muerte. ¿Habráse visto tamaña falsedad?
Por todo esto, y bastante mas, sentí esta muerte medíatica, casi de circo, como una tremenda injusticia.
Diego
DiegoHumanista@gmail.com
Aclaración: como no existe la objetividad, les expongo algunas de mis ideas y creencias las cuales motivaron e impregnan este artículo:
- Todas las personas deben hacerse responsable de sus acciones.
- Todas las personas merecen un juicio justo, con todas las garantías de la ley.
- La pena de muerte no es una opción válida, por aberrante que nos parezca el crimen cometido.
Apatía mundial...principio de todos los males.